¿Cómo actúa el CBD en el cerebro?

Introducción
Desde hace algunos años, el CBD ha despertado un creciente interés entre personas que buscan alternativas naturales para el bienestar. Pero, más allá del entusiasmo general, ¿qué se sabe realmente sobre cómo interactúa este compuesto con el cerebro? En este artículo exploramos lo que dicen dos estudios científicos clave sobre los efectos del cannabidiol a nivel cerebral, y explicaremos algunos de esos términos científicos más complejos que surgen a la hora de hablar de los efectos del CBD.
Relación entre el CBD y el sistema nervioso
El cannabidiol (CBD) es uno de los principales compuestos del cannabis, pero a diferencia del THC, no genera efectos psicoactivos ni altera la percepción. Esto no significa que no tenga efectos en el cerebro. De hecho, su acción es amplia y compleja: influye en la actividad de diversas regiones cerebrales y participa en procesos relacionados con el estado de ánimo, la memoria, la percepción del miedo o la excitabilidad neuronal. Su impacto es más sutil que el del THC, pero no por ello menos relevante.
Estudios como los de Schouten et al. (2024) y Martin-Santos et al. (2009) han ayudado a comprender mejor esta relación, analizando cómo cambia la actividad cerebral tras la administración de CBD y qué mecanismos podrían estar detrás de sus efectos.
Mecanismos de acción del CBD a nivel cerebral
Para entender cómo actúa el CBD en el cerebro, primero conviene hablar de dos elementos clave: los receptores CB1 y CB2. Estos receptores forman parte del sistema endocannabinoide, un sistema de comunicación que el cuerpo humano ya trae incorporado y que ayuda a regular muchas funciones: desde cómo sentimos el dolor y el hambre, hasta cómo dormimos o respondemos al estrés. Puedes imaginar que los receptores son como cerraduras y los cannabinoides como el THC son llaves que encajan en ellas.
El receptor CB1 se encuentra principalmente en el cerebro y el sistema nervioso central. Es el que está más relacionado con los efectos mentales o emocionales del cannabis, como los cambios en el estado de ánimo, la percepción o la memoria. El THC, por ejemplo, se une fácilmente a este receptor y por eso puede producir sensaciones intensas como euforia o ansiedad y efectos psicoactivos.
El receptor CB2, en cambio, está más presente en el sistema inmunológico y en tejidos periféricos, y se relaciona con procesos como la inflamación o la respuesta inmune.
Ahora bien, el CBD no se conecta directamente con estos receptores como lo hace el THC. En lugar de eso, modula su actividad de forma indirecta. Es como si el CBD no usara la cerradura, pero igual moviera algo en la puerta que hace que funcione distinto. Esto le permite tener efectos en el cerebro sin alterar la conciencia ni provocar sensaciones fuertes, pero sí influir en cómo el cuerpo regula su equilibrio interno.

Acción como modulador alostérico y efecto sobre el THC
Uno de los efectos más interesantes del CBD es su papel como “modulador alostérico negativo” del receptor CB1. Dicho de otro modo: no lo activa directamente, pero cambia la manera en que responde a otras sustancias, como el THC. Esto puede traducirse en una disminución de los efectos psicoactivos o ansiosos que a veces produce el THC. Por eso se ha estudiado al CBD como un posible “contrapeso” dentro del propio cannabis, ayudando a suavizar la experiencia cuando ambos compuestos están presentes (Schouten et al., 2024).
Inhibición de la degradación de anandamida
Otro mecanismo clave es su relación con una molécula natural llamada anandamida, que el cuerpo produce por sí mismo y que juega un papel importante en el placer, la calma y la motivación. El CBD evita que esta molécula se degrade rápidamente, permitiendo que se mantenga más tiempo activa en el cerebro. Gracias a esto, puede contribuir a prolongar sensaciones de bienestar y equilibrio emocional, sin necesidad de alterar el estado de conciencia.
Más allá del sistema endocannabinoide: otros receptores clave
Receptores 5-HT1A (relacionados con la serotonina)
Uno de esos receptores está conectado a la serotonina, una sustancia que probablemente ya has escuchado nombrar porque influye mucho en el ánimo, el sueño y la ansiedad. Se ha observado que el CBD puede estimular suavemente este tipo de receptores, lo que se traduce en un efecto tranquilizante. Es algo similar a lo que hacen algunos medicamentos para la ansiedad, pero desde una vía distinta y sin generar efectos psicoactivos (Schouten et al., 2024).
Receptores TRPV1 (dolor, temperatura e inflamación)
También se ha estudiado cómo el CBD actúa sobre un tipo de receptor llamado TRPV1, que está relacionado con la forma en que percibimos el dolor y los cambios de temperatura. Este tipo de receptor se activa, por ejemplo, cuando sentimos algo muy picante o muy caliente. Al interactuar con él, el CBD podría ayudar a calmar ciertas señales de dolor o molestias asociadas a inflamación (Schouten et al., 2024).
Receptores PPAR-γ y A2A (procesos celulares)
El CBD también influye en procesos más profundos a nivel celular esenciales para la salud del cerebro. Estos incluyen la protección frente al estrés oxidativo (el daño que pueden causar moléculas llamadas radicales libres) y la regulación de la inflamación prolongada. Estos efectos se dan gracias a su interacción con receptores como PPAR-γ y A2A, que podrías imaginar como interruptores celulares que ayudan a mantener el equilibrio interno, especialmente cuando el cuerpo está enfrentando desgaste o daño (Schouten et al., 2024).
Efectos del CBD en el cerebro humano
Entonces, ¿qué ocurre realmente en tu cerebro cuando tomas CBD? Esa pregunta ha motivado una serie de estudios con tecnologías como la resonancia magnética funcional y la tomografía por emisión de positrones. Gracias a ellos, se ha podido observar cómo cambia la actividad cerebral tras la administración de este compuesto.
Menos miedo, más calma:
Menos miedo, más calma:
Uno de los efectos más consistentes que se han observado en estudios con neuroimagen es la reducción de la actividad en la amígdala y el hipocampo. Estas dos zonas del cerebro están muy relacionadas con cómo percibimos el miedo, cómo reaccionamos ante el estrés y cómo almacenamos recuerdos emocionales. Según los hallazgos de Martin-Santos et al. (2009), esta modulación ayuda a explicar por qué tantas personas describen una sensación de alivio emocional o una mayor claridad mental después de consumir CBD.
En ese mismo trabajo se observó algo adicional: un aumento en la actividad del giro parahipocampal. Puede que este término suene técnico, pero esta área del cerebro participa en cómo recordamos nuestras experiencias y cómo esas memorias nos hacen sentir. Al activarse más con el CBD, es posible que contribuya a que esos recuerdos se vivan de manera más suave, menos invasiva, ayudando a equilibrar nuestras emociones.
Silenciar la rumiación mental:
Silenciar la rumiación mental:
Además, el estudio registró una disminución de la actividad en la corteza cingulada posterior. Esta región suele activarse cuando nos quedamos atrapados en pensamientos repetitivos o negativos. Seguramente te ha pasado: una idea da vueltas y vueltas en la cabeza sin dejarte avanzar. Pues bien, se cree que el CBD ayuda a interrumpir ese patrón, como si ofreciera una especie de pausa mental. Es por eso que algunos expertos consideran que puede actuar como un freno natural frente a la rumiación (Martín-Santos et al., 2009).
Un cerebro menos reactivo:
Un cerebro menos reactivo:
Por último, Schouten et al. (2024) explican que el CBD parece influir en lo que llaman «excitabilidad cortical», que básicamente se refiere a qué tan activas están tus neuronas en estado normal. Si esa activación está demasiado elevada, el cerebro puede reaccionar de forma exagerada ante estímulos cotidianos. Aquí, el CBD podría actuar como un estabilizador, manteniendo ese nivel de actividad dentro de márgenes saludables. Lo haría a través de su interacción con receptores como el TRPV1 y sistemas como el GABA, que son como reguladores naturales de la actividad eléctrica del cerebro.
En conjunto, estos descubrimientos ayudan a comprender mejor cómo el CBD puede generar un efecto calmante. No se trata solo de sentirse relajado, sino de que varias regiones cerebrales se sincronicen de forma más equilibrada, facilitando un estado mental más sereno y claro.
Propiedades neuroprotectoras del CBD

Más allá de sus efectos inmediatos, el CBD ha mostrado cualidades que podrían proteger el cerebro a largo plazo, lo que se conoce como un efecto neuroprotector. Esta acción se basa en varias propiedades comprobadas en estudios recientes.
Efectos antioxidantes y posibles aplicaciones en enfermedades neurodegenerativas
Por un lado, se ha observado que el CBD podría poseer efectos antioxidantes, lo que significa que ayuda a neutralizar los radicales libres: pequeñas moléculas inestables que pueden dañar las células con el tiempo. Esta capacidad es relevante para el cerebro porque el estrés oxidativo, es decir, el exceso de radicales libres, está implicado en el envejecimiento celular y en enfermedades degenerativas como el Alzheimer o el Parkinson (Schouten et al., 2024; Martín-Santos et al., 2009).
Protección contra el daño neuronal inducido por estrés oxidativo
Además, el CBD interactúa con receptores como PPAR-γ y A2A, que están relacionados con la regulación de la inflamación y la protección de las neuronas en condiciones de estrés prolongado. Esto incluye situaciones como traumatismos craneales, lesiones por hipoxia o incluso procesos inflamatorios de baja intensidad mantenidos en el tiempo.
Al inhibir también la degradación de endocannabinoides como la anandamida, el CBD contribuye a conservar la estabilidad del entorno químico del cerebro. Todo ello hace pensar que su uso podría tener un papel no solo sintomático, sino también preventivo en algunos contextos clínicos (Schouten et al., 2024). Aunque la investigación todavía está en curso, estos hallazgos ofrecen una base prometedora para explorar aplicaciones del CBD en enfermedades neurodegenerativas o en la protección de la función cognitiva a largo plazo.

Posibles beneficios del CBD en el cerebro
Después de conocer cómo actúa el CBD en distintas regiones del cerebro y su posible papel protector, es natural preguntarse: ¿cómo se traducen todos estos efectos en beneficios concretos para el bienestar mental? En esta sección te explicamos de forma sencilla cuáles son los usos más explorados del CBD en relación con la salud emocional y neurológica.
Ansiedad, estrés:
Ansiedad, estrés:
Diversos estudios en humanos han señalado que el CBD parece tener un efecto ansiolítico, es decir, que podría ayudar a reducir la ansiedad. Esta observación se ha hecho tanto en pruebas de comportamiento como en estudios de neuroimagen, donde se ha visto que, después de su administración, algunas personas presentan una menor activación cerebral ante estímulos emocionales intensos, como rostros con expresiones de miedo (Martín-Santos et al., 2009; Schouten et al., 2024).
Esa reducción de la reactividad emocional sugiere que el CBD podría estar actuando sobre el «sistema de alarma» del cerebro, ayudando a que la respuesta al estrés sea más mesurada. Además, se ha observado que este compuesto actúa sobre regiones como la amígdala y la corteza cingulada, zonas que están directamente relacionadas con la gestión emocional. En conjunto, estos hallazgos abren una línea de exploración interesante sobre cómo el CBD podría aportar herramientas para enfrentar mejor el estrés cotidiano.
Regulación de la excitabilidad neuronal:
Regulación de la excitabilidad neuronal:
En el ámbito médico, el CBD ha sido aprobado en algunos países como tratamiento complementario para tipos específicos de epilepsia que no responden fácilmente a otros fármacos. Esta decisión se basa en estudios clínicos que han documentado su efecto sobre la hiperexcitabilidad neuronal, una condición en la que el cerebro responde con actividad eléctrica descontrolada. El mecanismo detrás de este posible beneficio está relacionado con su interacción con receptores como el GABA, que ayudan a inhibir la sobreexcitación de las neuronas, y con ciertos canales iónicos que regulan la transmisión eléctrica entre células cerebrales (Schouten et al., 2024).
Aunque este uso está ya regulado en contextos muy específicos, sigue siendo fundamental contar con seguimiento médico adecuado y considerar que sus efectos pueden variar según el tipo de epilepsia y el perfil de cada paciente.
Posible efecto antipsicótico:
Posible efecto antipsicótico:
Una de las líneas de investigación más recientes sobre el CBD tiene que ver con su posible efecto antipsicótico. Algunos estudios preliminares han observado que este compuesto podría ayudar a reducir ciertos síntomas asociados a trastornos psicóticos, como las alucinaciones o los pensamientos desorganizados, en particular aquellos provocados por el THC (Schouten et al., 2024). Estos efectos han sido estudiados en entornos clínicos cuidadosamente controlados y, aunque los resultados son prometedores, todavía no se puede generalizar su uso para estos casos sin una evaluación médica especializada. Se ha propuesto que el CBD actúa sobre neurotransmisores como la dopamina y modula regiones cerebrales como la corteza prefrontal y el sistema límbico, ambas relacionadas con la percepción, el juicio y el equilibrio emocional.
Es importante destacar que este campo aún está en desarrollo. Los científicos continúan evaluando el alcance y las limitaciones de estos posibles efectos, y cualquier uso clínico en este contexto debe estar supervisado por profesionales de la salud mental. Aun así, estos primeros hallazgos han abierto una puerta valiosa para futuras investigaciones sobre el rol del CBD en la regulación de trastornos complejos como la esquizofrenia.
¿Qué falta por saber sobre el CBD y el cerebro?
A pesar de todos estos hallazgos prometedores, todavía quedan muchas preguntas abiertas. La mayoría de los estudios disponibles han trabajado con muestras pequeñas, y existen diferencias metodológicas que dificultan sacar conclusiones definitivas. También hace falta establecer con mayor precisión las dosis, las vías de administración y los perfiles de personas que podrían beneficiarse más del CBD. Por eso, los expertos coinciden en que se necesitan más ensayos clínicos de gran escala, que permitan confirmar con solidez lo que ya se observa en entornos más controlados.
Si te has preguntado alguna vez si el CBD podría ayudarte, la ciencia aún está construyendo respuestas. Pero lo que ya sabemos es suficiente para considerar que su acción en el cerebro es real, compleja y digna de ser explorada con seriedad y mente abierta.
Referencias
- Martín-Santos, R., Fagundo, A., Crippa, J. A., Atakan, Z., Bhattacharyya, S., Allen, P., Fusar-Poli, P., Borgwardt, S., Seal, M., Busatto, G. F., & McGuire, P. (2009). Neuroimaging in cannabis use: A systematic review of the literature. Psychological Medicine, 40(3), 383–398. 10.1017/S0033291709990729.
- Schouten, M., Dalle, S., Mantini, D., & Koppo, K. (2024). Cannabidiol and brain function: Current knowledge and future perspectives. Frontiers in Pharmacology, 14. 10.3389/fphar.2023.1328885
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